Cultura

La «extraña» historia de Formentera, entre hippies, piratas y campesinos

La pequeña isla de Formentera, uno de los principales y más codiciados destinos turísticos del Mediterráneo, cuenta con una historia única y curiosa. Poca gente lo sabe; pero después de todo, ¿cómo podemos culpar a los que se enamoraron de la pequeña Perla de las Islas Baleares «sólo» por sus aguas cristalinas y sus impresionantes puestas de sol?

Con este artículo queremos volver a trazar, aunque sea rápidamente, una historia que realmente vale la pena conocer. Sobre todo para quienes se preparan para reservar un apartamento en Formentera puedan pasar unos días de vacaciones en la isla y apreciar aún más esta tierra y «vivirla» con mayor conciencia.

La isla del trigo: desde los primeros asentamientos a la dominación árabe

Todo comenzó en la Edad del Bronce, cuando en 1974 se descubrió el monumento funerario de Ca Na Costa, fechado entre los años 1900 y 1600 a.C. A partir de esta fecha, para encontrar otras evidencias de población, es necesario dar un salto en el tiempo hacia las épocas púnica y romana. Curiosamente, los fenicios, que vivieron en la cercana Ibiza durante mucho tiempo, nunca se establecieron de manera definitiva en Formentera.

Alrededor del año 200 a.C., los romanos mandaron construir un fuerte cerca de Es Caló, cuyos cimientos se conservan hasta nuestros días. En aquellos tiempos Formentera estaba habitada por familias de campesinos que sobrevivían del cultivo del trigo. El nombre que le dieron a la isla fue Frumentaria (que en latín significa «isla del trigo»), de donde deriva el nombre actual.

Tras las invasiones visigodas, Formentera volvió a quedar deshabitada hasta principios del siglo XI, cuando los árabes llegaron y volvieron a una población estable, como lo demuestran los restos de casas, pozos y aljibes de la época, que dieron origen al actual sistema de regadío, y las numerosas murallas de piedra construidas para separar las tierras adyacentes.

La conquista por los aragoneses y la repoblación definitiva

En 1235 las islas Pitiusas (como los griegos llamaban Ibiza y Formentera) fueron conquistadas por Jaime de Aragón y agregadas al Reino de Mallorca. Tras la expulsión de la población musulmana, los gobernadores intentaron establecer una población permanente en la isla, pero la dureza de sus tierras, unida a la inseguridad causada por las incursiones bereberes, hizo que el proyecto fracasara. De esta época data la capilla románica de «Sa Tanca Vella» de San Francisco Javier, construida en 1336.

Cuando Colón descubrió América, el Mediterráneo perdió su importancia comercial y, como resultado, la isla fue abandonada de nuevo. Durante la Edad Media y el Renacimiento fue ocupada -pero sólo ocasionalmente- por habitantes de las islas cercanas o por piratas.

Fue en 1695 cuando se produjo la repoblación definitiva por parte de los ibicencos. En 1726 se construyó la primera iglesia de Formentera, dedicada a San Francisco Javier y utilizada como fortaleza para resguardarse de los ataques de los piratas, y se construyeron las torres defensivas a lo largo de la costa para dar más tranquilidad y seguridad a los habitantes.

Los años oscuros de la guerra civil y la dictadura franquista

Hacia finales del siglo XIX, la isla contaba con casi dos mil habitantes, muchos más que los cuatrocientos del siglo anterior.

En 1936 empezó la Guerra Civil y también se produjeron violentos enfrentamientos entre partidarios y opositores de Franco en Formentera. Veinte isleños fueron fusilados y otros cinco murieron en los campos de concentración nazis. Entre 1939 y 1942 un edificio en las afueras de la aldea de La Savina fue utilizado como campo de prisioneros para los opositores a la dictadura franquista. Normalmente, los disidentes que esperaban ser ejecutados eran enviados aquí desde la España peninsular.

Una vez terminada la guerra civil y cerrado el campo de concentración, la isla volvió a la «normalidad» de una vida dura y agotadora. Hasta los años 60, cuando comenzó una pequeña, pero fundamental, revolución en la cultura de Formentera.

Un soplo de aire fresco: ¡llegan los hippies!

Jóvenes estadounidenses que escapaban de Vietnam, o descendientes de españoles que querían librarse de la opresión de la dictadura. Los primeros se instalaron en Es Molí, en la legendaria comunidad hippie de Formentera, donde se dice que hasta Bob Dylan vivió un tiempo.

Estos jóvenes despreocupados trajeron un soplo de libertad y alegría que contagió a toda la isla y cuyo legado -que aún hoy se respira- es quizás uno de los factores que han convertido a Formentera en uno de los destinos preferidos por los turistas que buscan relax y diversión, en armonía con la naturaleza.

Nuestra época…

En 2007 Formentera se independizó políticamente de Ibiza, consiguiendo finalmente un gobierno local, con las primeras elecciones ganadas por la plataforma local Gent x Formentera.

Hoy, como todos sabemos, Formentera es el destino favorito de nudistas, VIPs, futbolistas y turistas «normales». Sus aguas cristalinas y la belleza salvaje de su interior, además de haberle dado merecidamente el apodo de Perla de las Islas Baleares, la han convertido en el destino perfecto para unas vacaciones de ensueño, especialmente para aquellos que buscan sol, relajación y buena comida, y no sólo la vida nocturna alimentada por la adrenalina de la cercana Ibiza.

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